Mira al tendido, se descara con la frialdad, está fresco de ideas y pleno de actitud para hacer mucho más grandes las aptitudes que guarda. Se gusta Talavante cada día más con las telas en la mano, como el niño que encuentra el chocolate porque ya llega al armario donde se esconden los bombones. Y le sabe cada vez más dulce. Hasta el punto en que su adicción vuelve su ley ambiciosa. Y eso tiene peligro cuando se llena de fe un tipo con el toreo en la cabeza y las muñecas perfectas para ponerlo en la arena.
Peligroso para el rival, caro para las empresas y bueno para el espectáculo, aunque ya no rasgue camisas ni finja improvisar su magia, ni imposte con un falsete su voz de tenor multirico. El Alejandro de hoy ha encontrado el chocolate en un cosquilleo de muñecas que dictan el verbo torear. Lo de hoy, con la espada en regla, vale cuatro orejas en Sevilla, aunque sólo pasease una. Pero allí no pisará.
Pisó Castellón y su feria una tarde de El Pilar donde enlotó a los dos toros más evidentes de un encierro desigual de presencia, tipo y proceder donde todos embistieron por abajo, pero no todos valieron. Fue oro el castaño segundo, corto de manos, bajo de cruz, rematado de trana y de cuello largo para humillarle telas al Tala con la condición de un superclase. Le volcó la cara entregado, riñonudo, empujando con las puntas y manteniendo la entrega. Se encontró con la franela de un tipo cada día más torero porque cada día ve más dulce la solidez de su trazo. Pronto le arrastró naturales exigiendo un tranco más porque así le salió del pecho, y aguantó el animal enrazado morirle tras la cadera. Le templó a diestras la calidad, cosiendo las puntas al vuelo y paladeando el dibujo del toreo fundamental. Era de dos el trasteo, pero sólo paseó una.
Magdalena 2015: resumen del mano a mano Perera-Talavante from Plaza de toros de Castellón on Vimeo.
Por eso salió arrancado cuando pisó el ruedo el sexto, con su hocico de rata, sus cabos finos, su seria expresión y su galope franco; todos ingredientes para hacer el chocolate al que se ha enganchado el Tala. Le sopló una larga cambiada de rodillas, lo quitó por fregolinas, lo brindó a la concurrencia y se descaró con el respetable -frío como la tarde- cuando le crujió los lomos a base de naturales. Detalle de ambición el de Alejandro, que ya no le vale ahora adocenarse en el triunfo, pero exige, como César, lo que al César le corresponde. Y mucho tiene que ver en ello su adicción al chocolate. Esa que lo fabricó en una tanda maciza de rotunda mano diestra, trazando despacio, muy lento la emotiva arrancada, despidiendo tras la cadera los cinco y los dos de pecho. Pero no funcionó la tizona con dos lidias de cuatro premios. Por eso abandonó por su pie el redondel magdaleno.
A pie se fue también Perera, que no comulgó con la tarde, ni con el zambombo sobrero que le sacó poder y violencia cuando llegó el tercer turno. Ni con el castaño informal que invitaba a tener fe con su humillación franca para soltar luego la cara, vencerse a partir del cuarto y quitarle las ganas a uno de consentir más de la cuenta. No era tarde para Miguel desde que hicieron los lotes, a pesar de que bien pudo pasearle un trofeo al que saltó de abreplaza. No fue ese el más evidente de los toros de buen cuajo, pero sí tuvo clase, tuvo entrega y tuvo empuje arrancando de parado para meter los riñones detrás de la volcada testud. Y le embistió muy despacio al trapo del extremeño, que lo envolvió en suavidad. Pero no fue evidente, está dicho, y no juzgan los pañuelos con la misma bondad la calidad que no va y viene.
Salió Talavante andando a pesar de su actuación, donde buscó el chocolate como los niños traviesos, que desarrollan la forma de merendar cada día la razón de su adicción. Tiempo habrá de tenerlo en cuenta, ahora que sabe que es todo cuando sólo quiere ser él.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Castellón. Feria de La Magdalena, sexta y última de abono. Tres cuartos de entrada.
Toros de El Pilar, bien presentados excepto el escurrido tercero, desiguales de tipo y peso . Enclasado y sin inercias el hermoso primero; bravo, enclasado y con fijeza el gran segundo; devuelto el tercero por partirse una mano; áspero, rajado y con poder el deslucido tercero bis; informal el escurrido cuarto; informal, áspero y complicado el castaño quinto; galopón, humillado y con calidad el buen sexto.
Miguel Ángel Perera (turquesa y oro): Ovación, silencio tras aviso y silencio.
Alejandro Talavante (marino y oro): Oreja, silencio y ovación.
Fuente: Cultoro
Torero y experto en tauromaquia. Bloguero y apasionado del mundo del toro. Comparto mi experiencia como torero en trajesdeluces.com y en el blog detorero.com .