Iniciaba la capital madrileña la temporada taurina con un mano a mano en Vistalegre en el que dos novilleros ilusionarnos se batían el cobre con tres novillos de Guadajira y tres de Garcigrande, hierro que sustituyó al anunciado de Alcurrucén por faltado remate de los utrera reseñados. En los tendidos, unas 4.000 personas ávidas de toros.
Una ovación fue la bienvenida al los dos toreros, antes de que saliera el primero de Guadajira, vareado, escurrido y altiricón, que se movió con alegría en las verónicas encajadas y de asentada plantarse Escudero. Con la muleta Escudero se mostró espartano y sin cambiar la cara con las embestidas cortas y desclasadas del animal, que repuso, remontó y sacó complicaciones, pero terminó obedeciendo por abajo en una serie diestra que terminó por convencer. Valor en las manoletinas finales que pusieron el colofón a una faena de gran compromiso rubricada con una estocada. Ovación
Lento, cadencioso, eterno fue el toreo a la verónica de Álvaro Lorenzo al segundo, de Domingo Hernández, con la clase tan boyante como escasa la presencia. Otro tanto fue el quite por chicuelinas, deletrear el trazo hasta dormir la embestida tras la cadera, donde murió la media verónica más lenta que se le recuerda al novillero. Con la muleta, Lorenzo fue un compendio de técnica casi perfecta y elegancia natural para torear despacio, esperar colocado y dejarle la muleta muerta a la fijeza del animal. Fueron enormes los de pecho y un cambio de mano tras un circular que arrancó el olé de las barrigas. Pinchó en un primer intento con la espada y la posterior estocada defectuosa no impidió que pasease la primera oreja de la tarde.
El tercero, de Guadajira,fue más bruto en el percal que le presentó Escudero con más decisión que brillantez. Áspero y con las manos por delante, resultó irregular en la humillación e incómodo al trato. Tuvo valor David para echarse el capote a la espalda en el quite y aguantar la llegada brusca con impávido decisión. Con la muleta fue una batalla de David por sobreponerse a la violencia, limpiar las asperezas y buscar el toreo entre tanta impureza, tanta arrancada con el pecho y tanta complicación. Lo consiguió al final del trasteo, en dos tandas de trapo al morro y temple para que no lo tocase, justo antes de las manoletinas de ajustado embroque y una estocada de fulminante efecto. Oreja.
VÍDEO VISTALEGRE 21-2-2015 por Cultoro
De Domingo era el cuarto colorao y bajo, al que saludó Lorenzo con las manos muy bajas y con la cadencia disparada para recibirle la clase, que convirtió en empuje en el caballo. Fue de mano zurda y menos natural que en su primer oponente la faena de muleta, pero de enorme mérito para templar la desentendido pasada en línea recta del animal, que salía con la cara a su aire y sin entregarse a la repetición.Humilló los embroques, eso sí, y de ahí sacó petróleo Álvaro para buscar la largura en el trazo sometido. Luquecinas sin ayuda culminaron la obra, que un estoconazo rentabilizó con dos orejas.
El quinto, de Guadajira, le trajo alegría en la acometida a Escudero para que se estirarse con firme fe y le echase el vuelo con mando y con brillantez en el saludo inicial. Fue vibrante el inicio, dándole toda la plaza al utrero para que acudiese y repitiese por la inercia, dando ya muestras de que no conjugaría movilidad y clase. Bruto y violento se quedó cuando se le apagó el fuelle y se le acabó la inercia, y fue batalla a carta cabal la que planteó David con valor, pero sin material para buscar el toreo que él propone. A pesar de todo, se lo quiso hacer siempre bien, nunca se descompuso y dejó un espadazo certero que precedió a la oreja.
Una vez más lució con el capote Álvaro Lorenzo en el cierraplaza, el más toro de la tarde, con el hierro de Domingo Hernández y entrega en la humillación enclavada y en la pelea abajo en el penco. Antes de culminar el tercio de banderillas ya estaba el torero como loco por ponerse delante del utrero con mejor tranco. Lo hizo con templadísimos dolores hasta los medios, gastándose en cada trazo, pero faltó la imposición que luego le demandaría el animal. Porque le costó someter la raza que le sacó el utrero, que estuvo llena de virtudes. Las encontró el chaval cuando dejó que volase el trazo en la entrega de ambos dos. Fue entonces cuando llegó el toreo al natural, con la clase que atesora un torero de finas formas que busca hacerlas profundas. La estocada, de premio, sirvió para pasear las dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Palacio de Vistalegre, Madrid.
Novillos de Guadajira (1º, 3º y 6º) y Garcigrande (2º, 4º y 6º), desiguales de juego y presencia.
Martín Escudero (marino y oro): ovación, oreja y oreja.
Álvaro Lorenzo (gris perla y oro): oreja, dos orejas y dos orejas.
Fuente: Cultoro
Torero y experto en tauromaquia. Bloguero y apasionado del mundo del toro. Comparto mi experiencia como torero en trajesdeluces.com y en el blog detorero.com .