Cuando la épica se tinta de sentimiento, surge esa magia que ni el ser humano puede explicar. Es justo lo que ocurrió el pasado sábado en Madrid: la épica de una tarde en la que parecía iban a mandar las circunstancias se tintó del sentimiento de un torero que, gracias a un toro bravo, hizo surgir en el quinto la magia del arte.
¿Su nombre? Morenito. Y es de Aranda. Rugió Madrid ante la embestida primero a tornillazos y luego humillada de aquel toro de Montealto.
Supo poderle Jesús para ir apaciguando, a través de tandas templadas, un tranco bravo que requería de un pulso firme y seguro como el del burgalés.
Y le recetó seguridad, firmeza, temple y, sobre todo, el sentimiento que hace brotar la emoción de una plaza de toros.
“Estoy muy feliz, porque el sábado me sentí lleno de todas esas sensaciones que uno busca durante mucho tiempo. Que haya sucedido de la manera de la que ha sucedido, con una faena tan rotunda y tan maciza, para mí ha sido muy emocionante. Ya estoy con la mente puesta en el domingo.
A lo largo del día, hay muchos momentos en los que la cabeza se me va a lo que sucedió aquella tarde. Creo que he tenido un gran reconocimiento por parte del aficionado”, señaló emocionado Jesús Martínez para CULTORO.
Ha sido largo el camino del torero castellano, a veces con pruebas arduas pero siempre con la meta última de llegar donde aquel niño siempre había soñado.
“Son tantas sensaciones y tantas luchas… pero sólo te acuerdas de los momentos buenos. Si te digo la verdad, he tenido que tragar muchas cosas, y conseguir el sueño de abrir la Puerta Grande de Madrid creo que ha sido una recompensa justa a todo eso.
Me sentí bien conmigo mismo por todo el esfuerzo, por toda la lucha, por toda la entrega al toreo que había derrochado durante todo este tiempo. Iba flotando en una nube y, en esos momentos, recordaba todo lo que había pasado”.
El desarrollo de la tarde fue todo un reto para cualquiera que se enfunda un traje de torear. No debe ser fácil sentirse el torero que uno siempre ha sido viendo cómo caen tus compañeros de cartel. Morenito lo hizo y superó la prueba con creces: mandó su sueño, que le pudo a las circunstancias. “Fue todo muy intenso.
Después de las conmociones, de cómo iba la tarde, de ese primer toro… desde el principio mostré que quería que pasara algo allí. Cuando ya iba palpando que lo estaba consiguiendo gracias a cómo me entregué a todo, a que pasara lo que fuera, me sentí pleno. Sentí el reconocimiento de Madrid.
Salí de verdad y me emocioné y creo que a partir de ahí mucha gente lo hizo, metiéndose en la faena. Yo sentía cada vez más fuerte ese rugido de Madrid que uno piensa tantas veces entrenando”.
En la mente de los aficionados rondaba una tarde: la de la Feria de Otoño de 2010. Aquel día la mano izquierda se hundió sobre la arena de Alcalá con tanta repercusión que todavía los tendidos recordaban esos muletazos el pasado sábado. Fue en la tercera tanda cuando ocurrió un hecho similar al de aquella faena de hace un lustro:
Morenito, roto interiormente, exteriorizó emocionado que el toreo es algo más que un simple arte. Es una vida entregada. “Cuando uno se entrega y se vacía, cuando uno se abandona y siente que puede pasar lo que pase pero lo que está haciendo quedará grabado para siempre, uno es feliz.
Cuando se vive con tanta intensidad tu profesión no lloras de la lucha, sino que te emocionas del camino andado. La cara es el espejo del alma y cuando uno siente tanto, todo se desborda. Es lo que me ocurrió. Esa faena fue muy importante”.
Sabías, días antes, que ésta iba a ser tu tarde más importante. Por eso no sólo te fuiste a portagayola en tus dos toros, sino que te entregaste por completo desde el primer momento a lo que dictaba tu corazón. “En muchas ocasiones, cuando uno hace gestos, caen en saco roto y no pasa nada al final porque el destino no quería que pasara nada.
Yo quería, el viernes pasado, que veinticuatro horas más tarde salieran hablando de mi toreo y no de las orejas que había cortado. Tenía una ilusión tremenda porque salieran las cosas bien. En el primer toro me fui sin dudarlo a chiqueros, y cuando ocurrió lo de Alberto, y a pesar de que tenía dos toros más para mí sólo, también me fui sin dudarlo porque quería demostrar que soy un torero más allá”.
En la tarde destacó un nombre de plata, un nombre y un personaje que lleva una lucha diaria y personal junto a ti y que sabe del camino andado hasta conseguir la gloria de Madrid.
Luis Carlos Aranda es signo y seña de lo que un subalterno puede y debe ser para la carrera de un torero. Es ejemplo para sus compañeros. “Luis Carlos lleva años luchando junto a mí. Entró conmigo en un año en el que no estaba atravesando un momento personal bueno, y anímicamente me sirvió de mucho. Sabía que tenía que encontrar una persona que me ayudara y la vida nos puso en el mismo camino.
Es un hombre que para mí, profesional y personalmente, me aporta muchísimas cosas. Él sabe la lucha que llevo día a día para conseguir mi sueño”.
Al final, Madrid se quedó con cinco tandas que fueron el compendio de una carrera dictada, ante todo, por el alma de un torero burgalés que está encontrando un sitio importante en el lugar que soñó.
“Son muchas emociones las vividas y la verdad que la cabeza ronda muchas cosas, pero al final es otra tarde nueva y voy a ir con mucha ilusión. Quiero que hablen de mí, luego triunfaré o no, pero quiero que hablen de mí. Quiero ocupar un sitio importante en el toreo y quiero que el aficionado y los profesionales me valoren de verdad”.
Fuente: Cultoro
Torero y experto en tauromaquia. Bloguero y apasionado del mundo del toro. Comparto mi experiencia como torero en trajesdeluces.com y en el blog detorero.com .